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ABDELKHALAK JANAAH.
Cuando su patrón monsieur Mirdas le ofreció un incentivo por encordar, mes tras mes, más fardos de pieles que ningún otro, en lo primero que pensó Abdelkhalak Janaah fue en una bicicleta nueva como las que veía por Gueliz los domingos.©
Cuando su patrón monsieur Mirdas le ofreció un incentivo por encordar, mes tras mes, más fardos de pieles que ningún otro, en lo primero que pensó Abdelkhalak Janaah fue en una bicicleta nueva como las que veía por Gueliz los domingos.©