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GWENDAL BEREST.
Desde que la brigada de aduanas de Saint-Brieuc, pistola en mano, irrumpió en su palacete acristalado, es al fresco del aire marino que Gwendal Berest mantiene el ir y venir de su imperio de lanchas y fardos al abrigo de fielatos y perceptores. ©
Desde que la brigada de aduanas de Saint-Brieuc, pistola en mano, irrumpió en su palacete acristalado, es al fresco del aire marino que Gwendal Berest mantiene el ir y venir de su imperio de lanchas y fardos al abrigo de fielatos y perceptores. ©